Con los datos que ya había recopilado y los conocimientos adquiridos en los años anteriores, Lekokó empezó a crecer.

Me dediqué a buscar las ilustraciones de textil más bonitas que inspiraran a cualquiera que las llevara y una vez que las encontré, terminé de ubicar las mejores telas donde fuese posible su mejor impresión sin perder el más mínimo detalle del dibujo, ni de su color. Necesitaba transmitir vida, alegría, armonía y por supuesto calidad.

Busqué y modifiqué continuamente los patrones de confección para que las prendas tuvieran una máxima sujeción, realzando y moldeando la figura, sin perder su comodidad. Finalmente después de hacer muchas muestras a nivel nacional, opté por confeccionar en China, manteniendo mi concepto de ediciones limitadas y de bajísima producción. De hecho, no querían producirlas porque mi pequeña producción era como de muestrario para ellos, pero finalmente accedieron a confeccionarlo.

Durante largas semanas de trabajo, ejercicio, meditación, alegrías, también de sustos e incertidumbre, aprendizajes e inspiración, terminé de cuidar y mimar a Lekokó. Ya lo que quedaba eran sus últimas semanas para que terminara de formarse y pudiera salir pronto a la luz de este lindo mundo.